Nuestro Rey Juan Carlos ha decidido marchar a Oriente
Próximo en viaje de negocios acompañado por cuatro ministros y una docena de
empresarios españoles. El objetivo del viaje no es otro que utilizar su probada
influencia en la región para vender la marca España y conseguir jugosos
contratos para nuestras empresas. Y al parecer no ha ido mal ya que a las pocas
horas de aterrizar ya habían firmado un contrato para desarrollar unas
instalaciones aeroportuarias. Seré malpensado, pero ¿seguro que no habían
llegado con anterioridad a un acuerdo sin el Rey?
Todo estaría muy bien si no fuese por un pequeño detalle que
hoy se ha colado en la prensa nacional: Don Juan Carlos I se aloja en el hotel
Emirates Palace, uno de los dos hoteles de ¡siete estrellas! con que cuenta la
ciudad.
El “hotelito” es de propiedad estatal (de Abu Dhabi, se entiende), aunque la gestión del
mismo pertenece a la empresa alemana Kempinski. Está construido con mármol
procedente de 13 países y cuenta con lámparas de cristal de Swarovski cortado a
medida. Tiene 128 cocinas, 102 ascensores, mayordomo las 24 horas del día e
incluso existe la posibilidad de rellenar la bañera con champán francés o
decorar una tarta con oro por unos miles de euros más.
¿Y cuanto cuesta la broma? Pues según en qué habitación esté
hospedado, la más barata cuesta 10.000 euros la noche y la
Gran Palace Suite, con 680 metros cuadrados ,
sobre 15.000. Súmenle las habitaciones de su ejército de guardaespaldas (que
seguro que no duermen con él) y de algún que otro secretario y la factura debe
de ser para echarse a temblar. Y no digamos si también se alojan allí los
ministros y los empresarios.
Siempre cabe la posibilidad de que se lo paguen los
anfitriones… Pero, aunque le salga gratis, no creo que sea un buen ejemplo ante
los ojos de los sufridos y deprimidos españoles.
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