Nada menos
que 1.186 millones de euros tuvieron que pagar las aseguradoras por los partes
fraudulentos que se presentaron en España en 2014.
Un 6% de los
siniestros eran ficticios y las prestaciones pagadas por ellos supuso un 15,3%
del total de lo abonado. El 95% de los intentos de fraude son relativos a los
daños materiales y el 5% a lesiones, aunque el importe medio de los segundos es
de 17.300 euros y el de los daños materiales de apenas 550.
La lesión
preferida por estos estafadores es el esguince cervical, una lesión que da
lugar a muchas interpretaciones a la hora de diagnosticar, pero hay muchas
otras tipologías y en numerosas ocasiones el fraude también afecta a la
Seguridad Social.
Bueno, ¿y
qué? ¡Que paguen las aseguradoras que para eso nos cobran!
Esto es lo que
piensan nueve millones de conductores que justifican los fraudes a los seguros
de automóvil. Y están muy, pero que muy equivocados: las aseguradoras, al igual
que los bancos, nunca pierden y lo que tienen que pagar por fraude lo
mutualizan, es decir, la cantidad es asumida indirectamente por todos los
asegurados a través de unas primas más caras. Unos pocos se benefician con su
fraude y lo pagamos entre todos: ¿les suena de algo?
Nos
cansamos de criticar la corrupción de los políticos y justificamos el fraude de
estos aprovechados (si es que no lo intentamos nosotros mismos). Nuestra vara
de medir es muy particular.
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