miércoles, 2 de marzo de 2016

Nueva marina de Laredo: Revilla despilfarra 77 millones de euros



Corría el año 2006, en plena euforia económica, cuando el entonces consejero de Fomento, Miguel Ángel Revilla, impulsó una obra que “supondría el cambio hacia la prosperidad del litoral de Cantabria”: la nueva marina de Laredo.

Tras seis años de obras en 2011 se inauguró por todo lo alto el nuevo puerto, con una lámina de agua de 165.000 metros cuadrados y 857 amarres entre flota pesquera y embarcaciones de recreo. La inversión fue de 77 millones de euros, de los que 47 corrieron a cargo de la sociedad pública Puertos de Cantabria, y la gestión se adjudicó durante 35 años a las empresas FCC y Asacan.

Hoy, diez años después de iniciarse el proyecto y pasados cinco desde su inauguración, la marina de Laredo se ha quedado sin gestores al verse obligadas las empresas a abandonar el proyecto náutico pesquero forzadas por un concurso de acreedores. ¿El motivo? Pues tras casi cinco años desde su inauguración, apenas se han comercializado 100 amares de los 857 disponibles. ¡Ruina total!


Pero no se preocupen porque esta obra faraónica no cerrará: el Presidente de la Comunidad Autónoma de Cantabria garantiza su continuidad y, a partir de ahora, será gestionada por el Gobierno de Cantabria. ¿Adivinan quien ha hecho el anuncio? Pues el actual Presidente, Miguel Ángel Revilla.

Desde hoy mismo, los contribuyentes cántabros (y por extensión todos los españoles), deberán pagar una indemnización al anterior gestor de alrededor de 40 millones de euros (47 cuando lo construyeron y 40 ahora suman 87, ¡más de lo que costó!) para,  posteriormente, vía presupuestos autonómicos, pagar los déficit anuales que, a buen seguro, continuará generando.

Con su habitual verborrea y chulería, Miguel Ángel Revilla ha afirmado que “Laredo es una de las inversiones importantes en el futuro; un factor de desarrollo impresionante. Esto no es un aeropuerto en Castellón”. Pues es verdad. Tiene razón Don Miguel Ángel: en la marina de Laredo no pueden aterrizar aviones ni en el aeropuerto de Castellón amarrar barcos. En el resto, no le veo diferencia alguna.   

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